Qué es
La fiebre tifoidea es una
enfermedad infecciosa sistémica que está caracterizada porque el paciente
presenta fiebre elevada y síntomas abdominales causados por la infección de la
bacteria Salmonella Typhi. “Puede afectar a cualquier persona que no esté inmunizada
frente a la infección”, explica a DMedicina José María Marimón, microbiólogo y
miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Enfermedades
Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc), quien señala que la fiebre
paratifoidea es similar a la tifoidea pero, en general, tiene un curso más
benigno y está causada por la infección de la bacteria Salmonella Paratyphi.
Incidencia
En la actualidad, la incidencia
de la fiebre tifoidea en España es muy baja. Además, la mayoría de los casos
que se diagnostican suelen ser importados. Según las cifras que aporta el
Servicio de Vigilancia Epidemiológica del Centro Nacional de Epidemiología
(Instituto de Salud Carlos III), en el año 2013 se declararon en España
únicamente 64 casos de fiebre tifo-paratifoidea, lo que representa una
incidencia de 0,15 casos por 100.000 habitantes. Respecto a las diferencias
entre la fiebre tifoidea y la paratifoidea, Marimón aclara que la fiebre
tifoidea es, en general, bastante más prevalente.
Causas
La causa de la fiebre tifoidea es
la infección por la bacteria Salmonella Typhi, mientras que la fiebre
paratifoidea está causada por la infección por Salmonella Paratyphi. Tal y como
indica José María Marimón, de la Seimc, la ruta de infección de ambas es por
vía oral. “El ser humano es el único reservorio de la enfermedad. Por lo tanto,
la infección sólo se adquiere al ingerir agua o alimentos contaminados por
estas bacterias por las heces (raramente por la orina) de enfermos o portadores
de la infección (transmisión fecal-oral)”.
Las bebidas y los alimentos que
con más frecuencia pueden estar contaminados por la bacteria son la leche, el
queso, los helados y otros derivados lácteos, los mariscos que crecen en
lugares cercanos a puntos de eliminación de las aguas residuales, las verduras
regadas con aguas fecales, los huevos, algunas carnes y el agua.
El contagio directo entre el
enfermo y las personas de su entorno es posible, pero no frecuente. Las moscas
también pueden actuar como transmisores.
Síntomas
Los síntomas de la fiebre
tifoidea pueden oscilar desde manifestaciones leves hasta síntomas muy graves
que, incluso pueden causar la muerte. “Inicialmente hay un periodo de
incubación de entre una y seis semanas, normalmente 1 ó 2 semanas, tiempo que
varía en función de las personas y la cantidad de bacterias ingeridas”, explica
el microbiólogo José María Marimón.
El especialista indica que los
síntomas se caracterizan fundamentalmente por una fiebre elevada y sostenida
(39ºC-40ºC). Además, las personas afectadas por esta patología pueden presentar
debilidad, dolor abdominal, dolor de cabeza y pérdida de apetito. “También es
frecuente la hepatoesplenomegalia (aumento del tamaño del hígado y del bazo)”,
matiza Marimón. “En algunos casos también aparece una erupción cutánea de manchas
planas de color rosa. La diarrea, típica de la infecciones por el resto de
serotipos de Salmonella (las conocidas salmonelosis) es poco frecuente en la
fiebre tifoidea".
Prevención
Según el microbiólogo José María
Marimón, existen dos maneras de prevenir la fiebre tifoidea: “Una, es no
ingerir agua o alimentos contaminados con la bacteria. Para ello hay que beber
agua potable y alimentos libres de la bacteria o bien cocinados, ya que el
calor las destruye. Esta medida, además, puede ayudar a prevenir otras
infecciones gastrointestinales”.
Así, el control de la
manipulación de alimentos y la conservación de la comida y el tratamiento
adecuado de las aguas residuales, con el fin de evitar la contaminación de las
aguas de consumo, junto con la educación sanitaria de la población, pueden ser
herramientas eficaces para prevenir el contagio de la fiebre tifoidea. Las
medidas individuales son fundamentales:
- Higiene básica, como lavarse las manos antes de comer.
- No comer alimentos preparados en puestos callejeros.
- No tomar bebidas con hielo de dudosa procedencia.
- Abstenerse de tomar infusiones o té en lugares que no gocen de su confianza, a no ser que se hayan tratado correctamente o se hayan preparado con agua mineral.
- No ingerir productos lácteos, excepto si está completamente seguro de que han sido pasteurizados.
- Las verduras y hortalizas han de consumirse cocidas y cuando aún estén calientes. Si prefiere consumirlas crudas, debe sumergirlas previamente, durante al menos cinco minutos, en una solución de agua potable clorada con cuatro gotas de lejía de una concentración de 50 gramos de cloro por litro.
- Los pescados y mariscos no deben consumirse crudos; deben ser hervidos al menos rante diez minutos antes de su consumo
La otra manera de prevenirlo es
mediante la vacunación. “Hay dos tipos de vacunas frente a la fiebre tifoidea,
una oral y otra inyectable. La protección que confieren no es permanente, por
lo que se recomienda revacunarse a los tres años si se va a países donde la
enfermedad aún es endémica”, aconseja Marimón.
Tipos
En la actualidad hay dos tipos:
• Fiebre
tifoidea
Este tipo se origina por la
infección de la bacteria Salmonella Typhi.
• Fiebre
paratifoidea
Esta segunda está causada por la
bacteria Salmonella serotipos Paratyphi A, B y C. El cuadro clínico causado por
estos tres serotipos es similar al de la fiebre tifoidea aunque, en general,
este tipo es más benigno. En la actualidad no existe vacuna para ellos.
Diagnóstico
Aun cuando los síntomas y la
historia de la enfermedad de la persona pueden sugerir fiebre tifoidea, el
diagnóstico debe ser confirmado.
“Las fiebres tifoidea y
paratifoidea se diagnostican por cultivo bacteriano”, explica José María
Marimón, de la Seimc. “Para conseguirlo aislamos la bacteria, habitualmente en
la sangre del paciente infectado aunque también se puede cultivar en otras
muestras como las heces, bilis o la medula ósea, entre otros”.
Pruebas
Para que el diagnóstico de la
enfermedad sea concluyente los pacientes tienen que realizarse pruebas. Las más
recomendables son el hemocultivo y el coprocultivo. Otras pruebas, como las
serológicas, son poco específicas y están en desuso en la actualidad.
Tratamientos
El tratamiento de la fiebre
tifoidea debe seguirse siempre bajo supervisión médica. “Aparte de las medidas
generales de adecuada nutrición e hidratación existe un tratamiento específico
con antibióticos”, señala Marimón. “Normalmente se utilizan fármacos como las fluoroquinolonas, las cefalosporinas de
tercera generación o las azitromicinsa. Para eliminar el estado de portador se
utiliza principalmente ciprofloxacino”.
La convalecencia puede durar
varios meses, pero los antibióticos disminuyen la gravedad y las complicaciones
de la fiebre tifoidea, así como la duración de los síntomas.
Durante la terapia es necesario
que la persona se alimente con frecuencia debido a las hemorragias intestinales
u otras alteraciones del tracto digestivo. En ciertos casos debe administrarse
alimentación por vía intravenosa hasta que el paciente pueda digerir los
alimentos.
Otros datos
La detección precoz es
fundamental para evitar el contagio. En esas circunstancias los expertos
recomiendan aislar los objetos que estén en contacto con el paciente. Algunas
recomendaciones que pueden seguir son lavar aparte la ropa y los útiles de
vajilla utilizados por el enfermo sumergiéndolos en una solución con 200
mililitros de lejía por cada cinco litros de agua o, si dispone de lavadora y
lavavajillas, utilizar un programa de lavado con temperaturas superiores a 80
grados.
Pronóstico
En ausencia de tratamiento
antibiótico la fiebre puede persistir durante semanas o meses y un porcentaje
importante de los afectados puede morir como consecuencia de las complicaciones
de la enfermedad. Según el microbiólogo José María Morimán, en la era
preantibiótica la mortalidad de esta enfermedad se cifraba en torno al 15 por
ciento de los afectados. Sin embargo, si el paciente recibe una terapia con
antibióticos, la cifra de mortalidad se reduce por debajo del 1 por ciento de
los casos.
¿Cuándo es recomendable que el
paciente acuda al especialista?
Dado que los síntomas de la
infección san bastante inespecíficos y que en España está enfermedad es una
infección poco frecuente, Morimán señala que debería estudiarse en el caso de
una persona con fiebre que haya realizado en los últimos meses un viaje por
zonas donde aún la enfermedad es endémica. “Actualmente la fiebre tifoidea es
endémica en muchas zonas en vías de desarrollo como el subcontinente Indio,
Sudeste asiático, América Central y del Sur y África”, apostilla.
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